domingo, 17 de febrero de 2013

El ascenso


Andar en la vida no es solo dar unos pasos detrás de otros. Alguien dijo que la maratón empieza con el primer paso, !que gran verdad!. El inicio del camino: la ilusión, la expectativa....
Pero nadie dijo que fueran pasos sencillos y por sitios llanos.
Andar por la vida es dar pasos duros, suaves, indecisos, confiados, largos, cortos, firmes, cautos....
Otro dijo que un paso atrás ni para tomar impulso. No estoy de acuerdo.
El camino de tu vida no es liso ni recto ni siquiera es un solo camino. Hay subidas y bajadas, revueltas, paradas, curvas, pendientes .... y, a veces, retrocesos. Hay que retroceder para tomar perspectiva de la buena dirección. Subir es avanzar. Bajar no es volver atrás. Y vivir es un esfuerzo siempre recompensado.
Al final todo es la lucha por ver el fin. O no

miércoles, 6 de febrero de 2013

Déjate llevar



Qué necesidades nos crea la vida para hacernos creer que en las azoteas viven soles. Que en las cabezas,  ilusiones,  y en el corazón, deseos.

No tenemos nunca lo que queremos. Siempre insatisfechos con todo, ansiando imposibles. Buscamos en la harina el pan terminado y en la uva el vino de reserva. La prisa nos agobia porque no llega lo que esperamos. La paciencia se agota.

Quizá el viento va más rápido que nuestra vida. Quizá queremos que corra más para llegar a donde no se debería llegar nunca. 

Quizá…… dejarnos llevar por ese viento sea la solución.

domingo, 3 de febrero de 2013

El Cuadro


Tanto buscaba su seguridad que todo lo que le rodeaba marcaba el ritmo de su vida. Los muebles venían de sus abuelos. Sus ropas a medida pasaban antes por sus armarios para impregnarse de sus olores. Sus zapatos solo se los ponía si antes habían estado en sus hormas de toda la vida.
Todo lo que había en la casa eran sus recuerdos. Todo provenía de vidas de otros que le transmitían sus energías.
Pero un día descubrió que un cuadro que le regaló su intimo amigo, no podía quedarse en la casa. No pertenecía a su vida. No podía estar ahí. Le repelía.
Decidió tirarlo. Desprenderse rápidamente de él. Le hacía sentirse extraño, hasta violento a veces. Nada, fuera. 
Su amigo, con los años, le recordó su regalo y él le contestó airadamente que lo había tirado, que nunca le había gustado.
-Qué pena -dijo su amigo- y que desgracia. Era la mejor forma de agradecerte la vitalidad que me has transmitido toda tu vida. Ese cuadro era de mi familia, algo de una tradición de siglos y quería que tú lo tuvieras por lo bien que te has portado conmigo.
Era un Goya auténtico.