martes, 25 de junio de 2013

Noche de San Juan


Noche de San Juan. Noche extraña de fuegos y sortilegios. De calores y escalofríos. De rupturas con el pasado y alegrías por el futuro.

Al otro lado de los demonios del fuego donde se consumen las miserias descubres los ojos de quien espera tu mirada. Solo las llamas azules y rojas separan vuestros cuerpos. Pero nunca sabrás porque. Pero saltaste las llamas para meterte en su infierno. El baile de vuestros cuerpos era ritual demoníaco. Saltos y revueltas de honda pasión. El conjuro del aguardiente evaporaba los espíritus de la pasión.

Los sonidos de la gaita endulzaban la noche. Observar la luna llena y esa ligera brisa que movía su pelo, era la sensación que ella deseaba desde siempre. De la mano a la cintura solo un ligero movimiento. De los pies entrelazados a colocarse unos detrás de los otros fue todo un momento. Colocarlo con las manos en la palmera y abrirle las piernas.  Tener a un hombre a su merced, y sentir su espalda contra su pecho. Poder oler su cuello y besar su nuca. Pasar su mejilla por sus orejas y bajar por los hombros sus labios.

Solo el perfume del mar y el olor de las ascuas del infierno seducía ese momento. Los besos de pasión recorrían cada centímetro de su espalda. No dejó nada sin sentir. El placer bullía  desde lo más íntimo sus cuerpos. Era imposible resistir no darle la vuelta.

Bajó sus manos a la cintura y rodeándolo le besó su boca con la pasión deseada tanto tiempo. Mordía sus pezones con los labios estirando de ellos. Recorría con la punta de su lengua ese ombligo sensual. Y no paró hasta encontrar lo mejor. En la soledad y la desnudez dieron rienda a todos los demonios que su fuego no podía apagar.


Noche de sexualidad plena. Hicieron el amor tan intenso cómo corta fue La Noche de San Juan. 

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