Jugaban los dados dentro del cubilete. Querían salir y caer sobre el tapiz verde. Pero la mano temblaba. No se movía con seguridad. El ambiente tan cargado de humo, olores fuertes de humanidad, perfumes baratos.
La apuesta era sencilla. Los dados seguían bailando dentro. Que sensación de miedo y angustia. No se podía hacer nada más. Tenían que salir. Dos movimientos mas de aquella muñeca temblorosa y todo se habría terminado.
Cayeron tropezándose entre ellos, rodaron lentamente, se notaba la incertidumbre, al final se pararon. Todos miraron y el silencio hacia daño en los oídos. Se miraron, los ojos se clavaron en ella.
La perdió para siempre.
¡Buenísimo! Lo he vuelto a leer con una sonrisa, y me he preguntado si su destino no habría sido diferente si no hubiera usado un perfume barato... jejeje. Lo has bordado. Me ha encantado. Un abrazo, amigo Txentxo.
ResponderEliminarEl perfume tuvo la culpa. Siempre a sitios de lujo y si la pierdes encontraras a otra. Un abrazo Patxi
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ResponderEliminarExcelente relato, Asensio! Sentí y viví todo lo descrito. Te felicito. Saludos.
ResponderEliminarCuando digo que lo sentí y viví, no es que me sucedió a mi, es que tú relato esta bien redactado. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias Maria Gabriela por tus palabras. Un beso
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