Solo en la cabeza de un niño entra la magia del deseo.
Creer en las cosas imposibles.
Afirmar que los vuelos de las aves nos acompañan a nosotros.
Que las nubes son de algodón dulce.
Que los árboles nos arrullan con sus hojas.
Deseo que sea verdad lo que se esconde detrás de la ilusión.
Ver que viene a nosotros con las esperanzas cumplidas.
Duermo despierto, los ojos cerrados y el corazón latiendo.
Solo un beso descubrirá la verdad.
Es mi rey Melchor
Perdida inocencia... verdad?? Saludos amigo.
ResponderEliminarOjalá esa inocencia la lleváramos siempre dentro. Muchas gracias Larrú. Un abrazo
EliminarDe niño a niño, ¡enhorabuena por el texto, amigo Txentxo! Un fuerte abrazo.
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