Como
todas las mañana la llevaba en el coche hasta la misma puerta. Dos besos y no
todos los días. A esa edad los besos y las manifestaciones de cariño se miden
mucho y son efusivas solo cuando salen y con quien te salen.
Pero
bueno. Todos hemos pasado por esos momentos y solo hay que tener la memoria y
la prudencia de respetarlos. Volvía a la hora de la salida a recogerla. Los
comentarios cada vez eran menos y sobre todos más cortos y secos.
Algo
pasaba, pero el respeto a su intimidad era mayor que la insistencia a
saber.
Llegó ese día fatídico de la llamada de la policía con la peor de las noticias. Ahora
los recuerdos se agolpaban y los reproches solo eran el mayor de los terremotos
en mi cabeza. Porqué? Porqué todo?. Porqué no más cosas?. Porqué no
pregunté más?. Porqué no fui más?. Porqué? Porqué?
El
amargo sabor de la muerte me recorrió toda mi vida.
Pensé que sería amargo como el café, aunque al final ha sido mucho más amargo y mucho más fuerte, querido amigo Txentxo. Muy buen texto, para hacernos reflexionar a todos. Un muy fuerte abrazo.
ResponderEliminarLa "cuatrilogía" es completa.
EliminarAmargo total vamos.
ResponderEliminarHay que vivir la vida con humor creo sino
muchas no estaríamos aquí.
Los sabores amargos se tienen que compensar con otros
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