Cuando
tocaban las mates. En la ultima hora de la mañana ya tu cuerpo no podía más.
Todo eran nervios, agotamiento, saltamontes en el estomago. Bandas de mariposas
jugando al escondite dentro de tu corazón.
Imposible
concentrarse en nada ni en nadie. Ni logaritmos, ni neperianos. Ni derivadas ni
ecuaciones. Sobraba hasta el sol precioso que entraba por la rendija de las
cortinas.
Ni
siquiera el vuelo de la mosca, que siempre te llevaba a la luna, podía hacerte
olvidar ese pensamiento fijo que ya tenías.
Solo
estaba el color verde en tu cabeza, el del parque, el de su falda, el de sus
ojos verde miel. No había nada mas, ni nada menos.
Salir
corriendo al toque de campana y solo para tener la suerte y no siempre, que te
dedicara un mirada perdida.
Eso
si era lo mejor del día
bonito AMOR de juventud
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