En
algún momento de su vida debió ocurrir pero nunca se paro a pensarlo. Todo era
una consecuencia de historias sin un principio claro. Seria en su niñez,
seguro. Algo vería en su abuela que le dejó marcado para siempre, pero no era
consciente.
Casi
sin darse cuenta se encontraba cada día en el mismo sitio, donde se pasaba mas
de 12 horas al día. Su pasión por su trabajo era tal que nunca pensó que otra
cosa podía ser. Siempre con esa predisposición a satisfacer a los demás. En
llevarles a sentir lo que cada uno necesitaba. Había hecho de su profesión su
forma de vida. Y los demás encantados de que así fuera.
Todos
sin excepción esperaban de él su mejor actitud. Siempre dispuesto a seducirles
con su obra y con sus hechos. Sus palabras y sus mimos que tanto apasionaban.
Era y es la persona que mejor sabe compaginar la dulzura de su vida con su
pasión por ser el mejor chocolatero del mundo.
Un
dulce de persona
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ResponderEliminar¡Hum, qué dulce, qué bueno! Genial micro para una genial mezcla de buena persona y de envidiada profesión... por los que somos golosos. Enhorabuena. Un fuerte abrazo, amigo Txentxo.
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