Se me escapa de las manos. Parece la fina
arena de la playa. Pero aun es más fina. Parece la sal blanca del mar. Pero aun
es más blanca. Parece la suavidad del culo de un bebé pero aun es más delicada.
Su olor no dice nada. Pero en el final de su
vida es uno de los olores que más buscamos. Se cría en invierno y se hace mayor
en verano. De la tierra a la madera pasando por la piedra. Vaya vida.
En las manos expertas cobra una nueva vida.
La alimenta con su agua, le pone la sal, la toca con suavidad, o con rudeza. Así
es ella. Se maneja a su antojo.
La engorda, la estira, la alarga, la
redondea, cuantas figuras tiene a su capricho. Y cuando la dejan tranquila y
reposa, cuando menos se lo espera, toma calor en el horno, y cuanto!!, pero en
ese momento cobra toda su fuerza.
Da sentido a su vida, surgen los aromas, se
oyen sus cuerpos crujir. Y llega el momento esperado. Llévate a la boca el
primer y mejor trozo del cuerpo creado con la harina, suave, blanca, y fina.
Y a ti panadera, gracias
No hay comentarios:
Publicar un comentario