Más de ocho años sin verse. Algo estaba
pasando por su cabeza. Tenía dos niñas pequeñas y las veía muy poco. Tanto
trabajo. Tanto pelear porque a ellas no les faltará de nada. Y se estaba dando cuenta
que repetía todo lo que odió de su padre: la falta de tenerlo a su lado en los
momentos más importantes de su vida. Y en todos. Esa fue la causa de su gran
reproche y dejar pasar el tiempo sin verlo.
A sus hijas las estaba tratando del mismo modo.
Su padre era el abuelo. Y aún no conocía a sus nietas.
Se enfrentó a sí mismo. Decidió que ni un
minuto más pasaría sin hablar con su padre. No quería pasarse toda la vida
maldiciendo que su padre se fue sin poder decírselo. Descolgó el teléfono y lo
citó en su despacho para el día siguiente.
No sabría como reaccionaría en esa llamada pero lo que
escuchó le dejó sorprendido.
-Mañana y en cualquier momento.
Y él creyendo que su padre estaba enfadado.
No era la respuesta de un enfado sino de un deseo irrefrenable de que
ocurriera. Y que fuera ya. Lo antes posible.
Al día siguiente las palabras le salían con
dificultad. Pero no por que fueran forzadas sino por la emoción que sentía. La
conversación fue así:
-No se el tiempo que tardaremos en recobrar
todo pero te aseguro que lo tendremos todo a nuestra disposición. Quiero que
tus nietas disfruten todos los minutos de su abuelo y que les transmitas lo que
yo me perdí. Y ahora con ellas lo recuperaré.
La respuesta del padre aun le dejo mejor.
-Te he querido siempre y te quiero
incondicional.
Se fusionaron en el abrazo que tanto tiempo
esperaban
Que fácil es perdonar un padre a un hijo!!!
ResponderEliminarque no hara un padre por un hijo