Todo empezó al pensar como compraría el
billete. Fue una sucesión continua de sensaciones. Se iba de casa. Así. Sin
más. A la aventura. Bueno casi. Su pareja llevaba tiempo hablándole de su amigo
de Brasilia, con el que estudió la ESO. Y lo bien que le iba trabajando de
camarero.
A esa edad y sin trabajo aquí. Cualquier
sitio donde tuviera una libertad de independencia económica era buena. Pero con
el billete en la mano si grabó a fuego su decisión de salir del cobijo de su
madre y hermano. Había sido un aprendizaje diario de cómo actuar con soltura en
cada una de las situaciones ya vividas.
Sus estudios estaban terminados. Y la poca o
mucha experiencia que había adquirido en las prácticas era su único bagaje. 6
años de estudio para irse a 10.000 kilómetros de casa para trabajar en una
tienda de ropa de última moda. Y gracias al amigo de su pareja y al contacto
que tenia.
Decisión tomada. A volar. Dejar su corta
vida en el baúl de las añoranzas y empezar a llenar el cajón de las esperanzas.
Y así empezó con una nueva vida alejada de casa y en un sitio que le era por
completo desconocido.
Era la última de esa gran lista que iban
saliendo a ganarse la vida fuera. Pero la lista continuaría en el mismo momento
que ella subiera al avión. Otros la empezarían.
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