¿Qué hacéis aquí? Todas juntas y calladas. ¿Estáis solas? Yo acabo de llegar. Vine con él. Me ha dicho que tenía que estar
quieta y callada. Y ahora que os veo, creo que él nos ha ido metiendo una a una
y nos ha dicho lo mismo.
¿No habláis? No. Contestaron solo algunas y
muy bajito. Nos dijo a todas lo mismo. Quietas y sin hacer ruido. Y la verdad.
Esto es muy aburrido. No estamos aquí para no hacer nada y menos para estar
calladas.
No sabían cuanto tiempo llevaban dentro y además
a oscuras. Las tenían intrigadas. Pero sin esperar, algo entró por la tapa.
Eran unas líneas rectas que se movían a la vez. Las iban rodeando a todas, y como si fueran un tren, se iban colocando cada una en su sitio. Unas arriba,
otras abajo, otras al revés. Qué locura. Cambiaban de color. De forma. Les
salían alas. A otras globos. Unas redondas a otras la cara se les volvía negra.
Vaya un viajecito más curioso. Ya estaban todas colocadas en sus asientos.
Y de golpe la tapa se levanto entera y lo
vieron. Era él. Guapo. Elegantemente vestido con esa camisa blanca de cuello
doblado y la chaqueta abierta. Negra y con cola. Se sentó y empezó a rozar las
nacarada teclas.
Y ahora sí. Empezamos a cantar y a saltar en
una armonía perfecta que hacia llorar a todos los que nos escuchaban.
Ahora ya sabíamos quienes éramos. Y que
hacíamos. Éramos los duendes del pianista que nos había puesto en su pentagrama
creado.
homenaje al regalo de una canción
ADMIRABLE! un aplauso para TI
ResponderEliminarYa lo había leído, y aún así te sorprende y envuelve este ambiente mágico-musical. ¡Qué belleza! Un fuerte abrazo, querido Txentxo.
ResponderEliminar