sábado, 1 de junio de 2013

Gotas


El cielo está triste. Tiene amargura. No hay luz. Se enfada y llora.

Solo así sale de su escondite y se abraza a mi mano con fuerza. Deja que el llanto amargo del cielo resbale por su cuerpo. Tapa mis vestidos y cubre mi cara. Solo para que mi alegría no se pierda con las lagrimas que resbalan por su piel.

Soló no veíamos a veces cuando los días dejaban su luz y su risas. Dejaban los nubarrones  descargar sus enfados, solo entonces nos acompañábamos en nuestros paseos. Sabia de sobra que esos días estaríamos juntos, disfrutaba tanto conmigo como yo con el.

Era posible que hasta la música, que me acompañaba en mis paseos, la oyera, no la llevaba floja. Y hasta mi conversaciones más privadas fueran cómplices de nuestros pasos. Los charcos de agua, eran su espejo siempre. Encontraba amigos y amigas siempre, y hasta tenían sus saludos.

Solo cuando las risas se adueñaban del cielo azul y la luz potente del sol permanecía en el tiempo, el se ponía triste y escondía de nuevo en aquel rincón detrás de la puerta esperando su momento de hacerme feliz.

No quería compartirse con otros, solo quería ser mi paraguas.


2 comentarios:

  1. Magnífico, querido amigo Txentxo. Has dotado de vida propia y personalidad a un objeto. Gracias por compartir este bello texto y un fuerte abrazo.

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