Noche de San Juan. Noche extraña de fuegos y
sortilegios. De calores y escalofríos. De rupturas con el pasado y alegrías por
el futuro.
Al otro lado de los demonios del fuego donde
se consumen las miserias descubres los ojos de quien espera tu mirada. Solo las
llamas azules y rojas separan vuestros cuerpos. Pero nunca sabrás porque. Pero saltaste
las llamas para meterte en su infierno. El baile de vuestros cuerpos era ritual
demoníaco. Saltos y revueltas de honda pasión. El conjuro del aguardiente evaporaba
los espíritus de la pasión.
Los sonidos de la gaita endulzaban la noche. Observar la luna llena y esa ligera brisa que movía su pelo, era la sensación que ella deseaba desde siempre. De la mano a la cintura solo un ligero
movimiento. De los pies entrelazados a colocarse unos detrás de los otros fue
todo un momento. Colocarlo con las manos en la palmera y abrirle las piernas. Tener
a un hombre a su merced, y sentir su espalda contra su pecho. Poder oler su
cuello y besar su nuca. Pasar su mejilla por sus orejas y bajar por los hombros
sus labios.
Solo el perfume del mar y el olor de las ascuas
del infierno seducía ese momento. Los besos de pasión recorrían cada centímetro
de su espalda. No dejó nada sin sentir. El placer bullía desde lo más íntimo sus cuerpos. Era imposible
resistir no darle la vuelta.
Bajó sus manos a la cintura y rodeándolo le
besó su boca con la pasión deseada tanto tiempo. Mordía sus pezones con los
labios estirando de ellos. Recorría con la punta de su lengua ese ombligo
sensual. Y no paró hasta encontrar lo mejor. En la soledad y la desnudez dieron
rienda a todos los demonios que su fuego no podía apagar.
Noche de sexualidad plena. Hicieron el amor
tan intenso cómo corta fue La Noche de San Juan.
Que noche tan mágica!
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