Les recibieron con una copa de cava y con
toda la familiaridad posible. Ella si había estado un par de veces antes, en
alguna celebración de empresa. La dueña los situó en una mesa discreta
intuyendo que la pareja quería algo de intimidad.
El sitio acogedor y muy bien decorado hacia
agradable el momento. La iluminación y la música de un piano hacían de la
velada el ambiente perfecto. Se dejaron seducir por la comida que la dueña se
encargo de ofrecer y que ellos aceptaron con total expectación. Los nombres
sugerían cosas deliciosas.
Empezaron con ese cava frio del principio y
ya no cambiaron de bebida. Esas burbujas reclamaban las miradas de los dos con
claras insinuaciones al placer que empezaba a llegarles. Las manos iban de los
cubiertos a las de ella, y las de ella no paraba de jugar con los dedos de él.
Entre susurro y mirada, entre beso lanzado y roce debajo de la mesa, el tono de
la música cada vez se oía menos, estaban centrados en saber que pasaría en cada
momento, sorpresa en cada plato, experiencias de sensaciones sensuales nuevas,
les abrían mas apetitos que el puro de la comida.
La velada tocaba a su fin con un postre
especial de chocolate helado rodeado de frutos rojos maduros. Ponerlos en los
labios de el y sentir la necesidad de besarlos fue todo un segundo. Desató las
intenciones a las no quisieron reprimir más. Dándose toda muestra de cariño y pasión
que el sitio permitía. Pero que no calmaban nada los ardores internos.
Dejaron el restaurante agradecidos por todo,
pero llenos de fuegos de artificio a punto de reventar. Al salir una lluvia
intensa caía en la noche más oscura. Se miraron, no había paraguas pero si
necesidad de besarse apasionadamente resguardados por la pequeña cornisa del
restaurante. No se dieron cuenta pero se habían empapado y sus calores no
habían disminuido. Al contrario estaban más dedicados a encontrase los rincones
de sus cuerpos mas ocultos.
La decisión fue sin hablar. Agarrados de la
mano corrieron la corta distancia hasta el coche. Como si la carrera les fuera
a secar la ropa, que ilusos. Solo encendió más las ganas de estar unidos.
Dentro del coche el calor de sus cuerpos empañan los cristales y nada ni nadie
los veían. La ropa salto de sus cuerpos como resortes de pértiga, sus cuerpos
se fundieron en demostraciones de sexo desinhibido, ni se dieron cuenta de las
incomodidades, estaban en su mejor
momento y en el sitio oportuno, que mas?
Pasaron las horas con la sensación de haber
tenido su primer sueño juntos lleno de pasiones de amor.
que felices! que sueños y que pasiones de amor!!
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